En el corazón del Parque Natural de los Alcornocales, en la provincia de Cádiz, se encuentra Castellar de la Frontera, uno de los pueblos más bonitos de España que destaca por su arquitectura medieval y su riqueza histórica y cultural.
Castellar de la Frontera se compone de tres núcleos de población distintos. El primero es el Pueblo Viejo de Castellar, el asentamiento original que destaca por su encanto histórico. El segundo es el Pueblo Nuevo de Castellar, fundado en 1971 para ofrecer a sus habitantes infraestructuras más modernas y cómodas. El tercero es La Almoraima, cuyo origen se remonta a una torre de vigilancia musulmana que aún se conserva.
Un Viaje en el tiempo
El Pueblo Viejo de Castellar de la Frontera, también conocido como Castellar Vieja, es una joya escondida dentro de una fortaleza de origen medieval. Su posición estratégica en la cima de una montaña lo convirtió en un enclave ideal para diversas culturas a lo largo de la historia. Sin embargo, la estructura que hoy contemplamos es principalmente obra de su época musulmana, la más relevante de todas. Este enclave desempeñó un papel crucial en las guerras fronterizas entre árabes y cristianos hasta su conquista e incorporación a la corona cristiana en 1434. Cruzar la Puerta de la Villa es como entrar en un mundo diferente, donde el pasado cobra vida en cada rincón.
Ni musulmanes ni cristianos fueron los primeros habitantes de este lugar. Existen evidencias de que ya estaba habitado durante el Paleolítico, como lo demuestran las numerosas pinturas rupestres encontradas en las proximidades.
Al llegar a Castellar, lo primero que nos impresiona es su castillo del siglo XIII. Este castillo fue utilizado estratégicamente como un punto de defensa fronterizo entre reinos cristianos y musulmanes, y hoy en día podemos admirar en él una combinación de estilos árabe y gótico.
Aunque ha experimentado mucho deterioro a lo largo de su historia, la fortaleza actualmente se encuentra restaurada. Su estructura defensiva de torres y murallas, es un testimonio vivo de su historia islámica y cristiana. Entre los atractivos a destacar se encuentran el Patio de Armas, la Iglesia del Divino Salvador que ahora un centro cultural donde se celebran exposiciones, conciertos y otros eventos, la Torre del Homenaje y el Aljibe, una estructura esencial en tiempos de asedio.
Al adentrarnos en su casco histórico, comenzamos a recorrer callejuelas sinuosas, estrechas y empedradas, de evidente origen islámico. A ambos lados encontramos pequeñas casas encaladas con puertas y balcones de vivos colores. Las calles y plazuelas están adornadas con macetas repletas de plantas, flores y enredaderas.
Durante la década de los setenta, Castellar Viejo atrajo a una comunidad de hippies europeos que se instalaron en el pueblo y dejaron una huella imborrable en su cultura. Hoy en día, las calles estrechas y blancas de la fortaleza están llenas de tiendas de artesanía, música y arte, un legado directo de aquellos tiempos.
Aunque no nos tomará mucho tiempo recorrer todo el recinto protegido por la antigua fortaleza, vale la pena pasear sin prisas y detenerse en el mirador conocido como el Balcón de los Amorosos. Al final de una pequeña calle, este mirador nos ofrece unas vistas envidiables sobre el embalse del Guadarranque.
La Almoraima: un oasis de naturaleza e historia
Fuera, entre Castellar Viejo y Nuevo Castellar, esta localización comenzó con una torre almenara de origen musulmán, construida sobre una colina para labores de vigilancia, desde donde se alertaba a otras torres o castillos cercanos sobre posibles peligros. Mientras que otras torres similares se desmoronaron con el tiempo, esta detuvo su deterioro cuando en el siglo XIX se construyó adosado a ella un cuartel de la Guardia Civil, que utilizaba la torre como prisión. Destacan las brillantes vistas de sus terrenos desde la torre, el patio con vestigios de claustro y la capilla.
Muy cerca de allí, el Convento de San Miguel de la Almoraima no lleva su nombre por casualidad. Fundado en 1603 por la condesa de Castellar para los frailes Hermanos Mercedarios Descalzos, fue ocupado por estos hasta el siglo XIX, cuando pasó a manos del Duque de Medinaceli, quien lo transformó en una hacienda de recreo y caza. Una extensa finca de 14.000 hectáreas que ofrece una variedad de actividades al aire libre, es conocida por sus rutas de senderismo y la observación de fauna. Entre sus senderos, destaca el de la Mariposa Monarca, una caminata de 5,5 kilómetros que permite disfrutar de la naturaleza en su estado más puro.
Nuevo Castellar: modernidad y comodidad
A unos 9 kilómetros de la antigua fortaleza, se encuentra Nuevo Castellar, un pueblo creado en la década de los setenta cuando los habitantes decidieron trasladarse a una ubicación más accesible.
El desarrollo del Pueblo Nuevo de Castellar de la Frontera y la posterior reubicación de la población fueron posibles gracias a la construcción del embalse en los años 60.
Este moderno asentamiento es amplio y cómodo, con calles anchas y numerosas zonas verdes, ofreciendo un marcado contraste con la atmósfera histórica de Castellar Viejo.
Aunque el encanto auténtico reside en el Pueblo Viejo, el Pueblo Nuevo también ofrece elementos más contemporáneos ideales para un tranquilo paseo por sus calles.
Gastronomía y tradición en Castellar de la Frontera
La oferta gastronómica en Castellar de la Frontera es otro de sus grandes atractivos. En sus bares y restaurantes se puede degustar la cocina tradicional andaluza, con especialidades de caza como el paté de perdiz y el arroz con presa ibérica, un verdadero deleite para los sentidos.
Visitar Castellar de la Frontera es una experiencia que combina historia, cultura y naturaleza de una manera única. Desde 2020 forma parte precisamente de la asociación de Los Pueblos Más Bonitos de España, una red compuesta por municipios de menos de 15.000 habitantes que han superado criterios muy exigentes para poder formar parte de este selecto club.
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